Todo estaba planeado y en cuanto el convoy cerró sus puertas y avanzó, vimos que solo había cuatro pasajeros, así que Gabriela me dijo:
Estoy mojadisima
Solo levántate y hazlo.
En ese momento y para nuestra buena suerte, el convoy se detuvo y Gabriela me miró y después de sonreírme pícaramente, se levantó, se desabrochó la falda y dejó que esta resbalara por sus piernas y, cuando llegó al suelo, ágilmente la hizo a un lado y comenzó a caminar por el vagón, mientras los cuatro tipos la miraban asombrados y uno de ellos le dijo:
Oye, nena, ¿me dejas tocarte?
Gabriela, completamente sonrojada, se acercó a aquel desconocido y dejó que le manoseara las piernas, pero la cosa no terminó ahí; los otros tres tipos se acercaron a ella y comenzaron a manosearla también, y yo no podía creerlo: seis manos tocaban a mi mujer y ella lo estaba disfrutando tremendamente y yo, como buen cornudo, me comencé a masturbar hasta que de pronto el convoy se comenzó a mover y los tipos volvieron a sus asientos y Gabriela corrió hasta mí y se puso rápidamente su falda y con la respiración agitada me dijo,
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