LA VENGANZA

Era la oportunidad que esperaba para cobrarme todas las que me había hecho mi esposo, así que ese día, después de estar con mi amante, vacié el semen de los condones en un buen pedazo de carne y lo eché al fuego, y ya por la tarde le serví de cenar a mi esposo. El pobre tonto cornudo jamás se enteró de que se estaba tragando la lefa de mis amantes.



 

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